19. febrero – 30. abril . 2022
Descubre cómo Henry Moore tradujo visualmente la energía ancestral del monumento megalítico de Stonehenge, cuya influencia le acompañó toda su vida.
Tras combatir en la Primera Guerra Mundial se mudó a Londres e ingresó en el Royal College of Art.
En la década de los cincuenta adquirió fama internacional como artista y su trabajo se exhibe desde entonces regularmente por todo el mundo.
Moore se sintió atraído por la grandeza de Stonehenge desde su infancia a través de las ilustraciones de sus libros escolares.
Su primera visita tuvo lugar en 1921, después de que se asentará en Londres como estudiante en el Royal Collage of Art, causándole una gran impresión ver el monumento megalítico a la luz de la luna. A lo largo de su vida realizó cerca de treinta excursiones al monumento, tomando fotografías y apuntes.
Gran amante de la obra gráfica, Moore se empeñó en realizar una gran serie dedicada a su monumento favorito. Para ello se decidió por la litografía, dada la capacidad de evocar la rudeza de la piedra, frente a la fineza del aguafuerte, así como por la negrura litográfica evocando su recuerdo de la visión nocturna de las ruinas.
El concepto escultórico de la masa y el hueco, algo que en la disposición de las piedras de Stonehenge es de suma importancia, se traduce aquí gráficamente, hasta llegar al punto en numerosas ocasiones en las que es difícil distinguir qué es hueco y qué es superficie iluminada.